El mosquito petulante

Mosquito
Foto por Nagesh Jayaraman
Mi fortaleza se desmorona y todo mi poder, mi reino entero se desmiga como hojarasca pisoteada... Ha bastado un insignificante mosquito para tumbar mi sólido refugio; nada puedo hacer ya para impedir la devastación interior que me provoca su hipnótico vuelo. Y eso que lo sentí llegar...

Al principio no le di la menor importancia, a su imperceptible y presuntuoso aleteo. Poco a poco, sin que me haya dado cuenta, su zumbido entontecedor ha ido tejiendo todo un laberinto de maneras afectadas, en el que ahora me veo enredado, y del que soy incapaz de salir. Presumo que es demasiado tarde para de un manotazo liquidar al indeseable inquilino que perturba mi tranquilidad; de nada va a servirme ya que ensucie mis manos con su viscoso y menudo río de sangre...

Pero si no lo estampo contra el cristal, al petulante mosquito, me voy a quedar con las ganas... Y eso va a ser peor que quedarme de brazos cruzados, contemplando, sin más, el aluvión de sillares que, desde los altos muros de mi regia alcazaba, se abalanzan sobre mí, para ofrecerme sepultura...

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