Terco empeño

Foto por Bart Bernardes
No necesito vuestros aplausos: para continuar labrando versos me basta mi terco empeño. Los necios oídos abundaron en todas las épocas, en las que incomparables poetas fueron silenciados por la epidemia de lo banal. Sólo unos pocos trascendieron; los más, murieron para siempre en el eco de sus versos. Aunque quisiera creer que, tal vez, hoy, persisten en la memoria de los vientos furibundos y las olas susurrantes...

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