El hikikomori que iba para juez

Mi niño es una jartá de listo. Ahí está, to el día encerrado en su habitación, estudiando. Yo, antes le decía:

-Anda Francisco, sal un poco a la calle, que te dé algo el aire. ¡Pero hijo, vas como un zumbi, ponte algo más alegre, que siempre vistes de negro, y con lo descolorío que tú estás, parece que te acabasen de amortajar! Claro, ¿cómo vas a coger ninguna color, si te pasas to el día en casa metío?

Y es que mi Kiko no es de salir mucho. En eso no le ha salío al padre, que se pasa to el día en el bar. Pero eso sí, tan poco hablador como mi marido.

Mi Kiko, si acaso, antes daba su vueltecita para comprar los mangas, esos tebeos tan guarros que a él tanto le gustan. Que yo no sé cómo los entiende, porque está escrito to en chino.

-Francisco, pero ¿cómo te pueden gustar esos tebeos con esas imágenes tan sucias?

-Calla mama -me replicaba-, que tú no entiendes.

Pero desde que sacaron eso del Internet, ahora ya ni va a comprar tebeos, ni a ninguna parte. No sale de casa para nada. Hace años que hasta se borró del instituto. Lo otros chicos se reían de él, qué mala es la envidia. Porque mi Kiko es muy inteligente, y en este país cuando alguien destaca, ya se sabe.

-Mama -me dijo entonces-, que no voy a ir más al instituto.

Y desde aquel momento se examina de por libre. Todo el día pasa estudiando encerrado en su habitación, tantas horas que ya ni le vemos. Ni para comer abandona sus libros.

-¡Francisco, a comer!

-Mama, no seas pesada. Tengo que estudiar. Déjame en la puerta la comida, que ya luego la cojo.

Yo le preparo lo que más le gusta: su pollo al ajillo, que lo repela hasta dejar los huesos mondos, o sus berenjenas rebozadas. ¡Anda que no me come bien el Kiko, de eso no me puedo quejar!

Porque se tiene que alimentar bien, ya que se emplea a fondo con los libros. Se está sacando dos carreras por la universidad a distancia: la de abogado y la del Internet. Y ahora está preparándose una oposición. Las tres cosas a la vez, es muy inteligente mi niño.

Que lo de las oposiciones no es moco de pavo, y bien pocos las aprueban: uno entre un millón. Luego puedes salir para ministro o para juez famoso, como esos que salen en la televisión. Y te queda una buena paga cuando te jubilas, no creas... Ya me imagino a mi nene vestido de juez, con su toga y to. Como le gusta tanto ir vestido de negro, seguro que le quedará bien.

Es por eso por lo que no sale nunca de su cuchitril, ni de casa, todo el día hincando los codos para ser alguien. Veintitrés años lleva ahí metido, y son 38 los que cumple el mes que viene. Ni para ir al baño deja de estudiar, que yo le recojo la bacinilla en la que hace sus cosas. Y ni se ducha ni na, que cuando pasas por la puerta de su habitación sale una peste que ni te cuento.

-Francisco -le digo-, a ver si te duchas un día.

-¡Déjame mama, no me distraigas, que estoy estudiando; así no voy a aprobar nunca!

Y lo malo es que su padre no le da importancia.

-Déjale al niño, que se organice como quiera, que ya es mayor. Él sabrá lo que tiene que hacer.

Y luego se va al bar. Mi marido se cree que todo se soluciona con irse al bar. Pero a mí el niño me tiene preocupaa, e hinchaa a pastillas... Que hace ya más de 20 años que abandonó el instituto, y desde entonces no sale, como aquel que dice, de su madriguera.

Yo he hecho traer un psicólogo, y dice que lo que le pasa al niño se llama fobia social. Pero como el Francisco no quiere ver a nadie...

Así que sólo le pido a Dios que le salga una novia o algo por el Internet, y a ver si se espabila de una vez y camina a conocer el mundo. Pero me da a mí que éste ya se queda para vestir santos, y que yo no me veo con un nietecillo. O por lo menos, quiera Dios, que apruebe las oposiciones. Que digo yo, que con todo lo que lleva estudiado, seguro que sale un buen juez...


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