Hastío en noviembre
Noviembre de 2010 llega a su fin. Tantos pensamientos aplazados que le vienen a uno entre el ida y vuelta al trabajo... Es el frenético discurrir del día a día...
Mientras unos no tienen trabajo, a mí se me amontona en este fin de año. Dos cursos de diseño web, y ahora que finalizo un curso, de nuevo al estudio de diseño. Uno teme que después llegue la época de vacas flacas, y no queda más remedio que aprovechar el viento cuando sopla fuerte.
En este mes de nuevo me volvió a irritar el desmadre de los funcionarios. Por más que se repita ante mis ojos, no dejan de sorprenderme, para mal, las pequeñas miserias humanas. Me duele España tanto o más que a la Generación del 98. Aunque realmente lo que me duele es el género humano...
En noviembre me sentí molesto de nuevo por los rebeldes sin causa. No soporto la corriente de "soy un chico malo, a bad boy, brother". Para malos Hitler y Stalin, tonto el haba...
Y de nuevo este mes me sentí hastiado por el hedonismo de nuestra época. Tampoco es que añore los tiempos de cilicio y penitencia, el sufrimiento por el sufrimiento me parece de lo más imbécil. Pero como digo me desilusiona esta sensación que me hace percibir a la gente más preocupada del autoplacer y la autocontemplación, que del bienestar de sus semejantes. Me decepciono con lo que veo y escucho. Debo ser un alucinado, pero el mundo que me rodea me parece lleno de seres que sólo piensan en follar como conejos, emborracharse, tener un buen coche, parecer cool y tener un bolso caro. Mientras tanto, Haití se desangra de nuevo, ahora en un cólera, mientras no le llega ni la mitad de la mitad de la ayuda prometida.
¿Y quién piensa en ayudar a los haitianos en estos tiempos de crisis? Primero los españoles, claro. De nuevo ese patrioterimo que no soporto me volvió a derrotar en este noviembre. Tengo claro que aquí y en todas las partes del mundo no hay más patria que la del dinero.
Sí, la del dinero. En este mes que termina tuve que escuchar de nuevo los lamentos de la ezquerra republicana de Catalunya porque los españoles se llevan el dinero de su país. Ya no me sorprende, pero las izquierdas de todas partes parecen más preocupadas del dinero y de convertirse en distintas que de la igualdad y la solidaridad interplanetaria. Al menos, si Stalin resucitase para gobernar el mundo, todos seríamos iguales en la miseria y en el trabajo...
Y no sólo las izquierdas me volvieron a hastiar. En este mes de noviembre se reafirmó mi teoría de que la ecuación capitalista del consumo=beneficios es una ecuación imposible. Los bancos de Irlanda acaban de ser rescatados de la ruina y ningún liberal no-intervencionista clama al cielo. ¿Dónde están tus gritos, Esperanza Aguirre? Mientras tantos, el alcalde de Madrid suplica un préstamo y Zapatero se lo niega. Pobre Gallardón, que no tiene para pagar la hipoteca, como tantos otros desheredados. ¿Sacarán los rescatados bancos a subasta la ciudad de Madrid?
Y mientras Gallardón no puede dormir, no le salen las cuentas por tanto túnel horadado, menudo agujero, millones de madrileños atraviesan la ciudad de cabo a rabo en sus vehículos particulares aún pendientes de pagar. Despreocupados, cruzan raudos y veloces la ciudad de Madrid a través de túneles de vértigo: fiuuuuu, fiuuuuuuu...
Yo, sin embargo, en este mes realicé mis trayectos en metro o en tren: "Próxima estación: Fuenlabrada. Final de trayecto"...
Mientras unos no tienen trabajo, a mí se me amontona en este fin de año. Dos cursos de diseño web, y ahora que finalizo un curso, de nuevo al estudio de diseño. Uno teme que después llegue la época de vacas flacas, y no queda más remedio que aprovechar el viento cuando sopla fuerte.
En este mes de nuevo me volvió a irritar el desmadre de los funcionarios. Por más que se repita ante mis ojos, no dejan de sorprenderme, para mal, las pequeñas miserias humanas. Me duele España tanto o más que a la Generación del 98. Aunque realmente lo que me duele es el género humano...
En noviembre me sentí molesto de nuevo por los rebeldes sin causa. No soporto la corriente de "soy un chico malo, a bad boy, brother". Para malos Hitler y Stalin, tonto el haba...
Y de nuevo este mes me sentí hastiado por el hedonismo de nuestra época. Tampoco es que añore los tiempos de cilicio y penitencia, el sufrimiento por el sufrimiento me parece de lo más imbécil. Pero como digo me desilusiona esta sensación que me hace percibir a la gente más preocupada del autoplacer y la autocontemplación, que del bienestar de sus semejantes. Me decepciono con lo que veo y escucho. Debo ser un alucinado, pero el mundo que me rodea me parece lleno de seres que sólo piensan en follar como conejos, emborracharse, tener un buen coche, parecer cool y tener un bolso caro. Mientras tanto, Haití se desangra de nuevo, ahora en un cólera, mientras no le llega ni la mitad de la mitad de la ayuda prometida.
¿Y quién piensa en ayudar a los haitianos en estos tiempos de crisis? Primero los españoles, claro. De nuevo ese patrioterimo que no soporto me volvió a derrotar en este noviembre. Tengo claro que aquí y en todas las partes del mundo no hay más patria que la del dinero.
Sí, la del dinero. En este mes que termina tuve que escuchar de nuevo los lamentos de la ezquerra republicana de Catalunya porque los españoles se llevan el dinero de su país. Ya no me sorprende, pero las izquierdas de todas partes parecen más preocupadas del dinero y de convertirse en distintas que de la igualdad y la solidaridad interplanetaria. Al menos, si Stalin resucitase para gobernar el mundo, todos seríamos iguales en la miseria y en el trabajo...
Y no sólo las izquierdas me volvieron a hastiar. En este mes de noviembre se reafirmó mi teoría de que la ecuación capitalista del consumo=beneficios es una ecuación imposible. Los bancos de Irlanda acaban de ser rescatados de la ruina y ningún liberal no-intervencionista clama al cielo. ¿Dónde están tus gritos, Esperanza Aguirre? Mientras tantos, el alcalde de Madrid suplica un préstamo y Zapatero se lo niega. Pobre Gallardón, que no tiene para pagar la hipoteca, como tantos otros desheredados. ¿Sacarán los rescatados bancos a subasta la ciudad de Madrid?
Y mientras Gallardón no puede dormir, no le salen las cuentas por tanto túnel horadado, menudo agujero, millones de madrileños atraviesan la ciudad de cabo a rabo en sus vehículos particulares aún pendientes de pagar. Despreocupados, cruzan raudos y veloces la ciudad de Madrid a través de túneles de vértigo: fiuuuuu, fiuuuuuuu...
Yo, sin embargo, en este mes realicé mis trayectos en metro o en tren: "Próxima estación: Fuenlabrada. Final de trayecto"...
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