Cuando salgo del trabajo ya es bien entrada la noche. Una humedad fría se adhiere a los poros desnudos de mi piel como frías gotas de sudor. Bajo la marquesina del autobús busco cierto consuelo de abrigo. Los coches pasan, el autobús no llega. Aún me queda más de una hora de viaje hasta llegar a mi casa, y me siento solo, sumergido en mis propios pensamientos y mi mirada perdida, tal vez buscando el sentido del día y de la vida. La ciudad pasa veloz, impercetible a mi mirada. El claxon de los coches se pierde en mi cerebro como un eco en un gran espacio vacío. Y las imágenes pasan ante mis ojos como si tuvieran desenfoque. Nadie como Isabel Coixet para contar en imágenes esta sensación vital...
Cuando salgo del trabajo ya es bien entrada la noche. Una humedad fría se adhiere a los poros desnudos de mi piel como frías gotas de sudor. Bajo la marquesina del autobús busco cierto consuelo de abrigo. Los coches pasan, el autobús no llega. Aún me queda más de una hora de viaje hasta llegar a mi casa, y me siento solo, sumergido en mis propios pensamientos y mi mirada perdida, tal vez buscando el sentido del día y de la vida. La ciudad pasa veloz, impercetible a mi mirada. El claxon de los coches se pierde en mi cerebro como un eco en un gran espacio vacío. Y las imágenes pasan ante mis ojos como si tuvieran desenfoque. Nadie como Isabel Coixet para contar en imágenes esta sensación vital...
ya somos dos los que compartimos esa vison desenfocada.
ResponderEliminarUn abrazo, Nayr. Hoy me paseé por tu fotolog. Un abrazo para tu decaimiento general. No cura pero algo consuela :o) Imagino que será el trabajo lo que te trae así. Con esto quiero decirte que caigas en la cuenta de que es sólo el trabajo el que te trae tan mal (digo yo). En las fotos te veo feliz en las escapadas al encuentro de tu chico; qué bien :o) Un abrazo... vete por la sombra..
ResponderEliminarUna visión un poco triste. Pero ya nos conocemos. La verdad es que a veces esta época post-navideña nos puede llevar a esa melancolía inusitada.
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