Disfraz de feria
La promoción de un festival de cine europeo que se precie consiste en algo así como disfrazarse de feria. Parece claro que a las moscas les atrae más la mierda que otra cosa. Aunque imagino que para las moscas la mierda debe ser algo delicioso. Cuando se trata de atraer la atención de las moscas, los festivales de cine de por aquí utilizan a los famosos actores del cine norteamericano. Es su disfraz de feria. Fuera de concurso, se programan unas cuantas películas recientes de estos actores , y así acuden a promocionarla. Montones de periodistas, fotógrafos, fans, revolotean en torno a estas super estrellas. Gracias a ellos se consigue que se hable del festival en los medios. "¡Por fin; ya existimos!", deben respirar aliviados los directores de los festivales...
Sin embargo, llega el día de la entrega de premios y vemos que ha ganado una peli iraní, china, o finlandesa... O incluso alguna que otra norteamericana, pero eso sí, dirigida por un director apenas conocido, y protagonizada por algún que otro actor del que apenas nos suena su cara. Eso es lo que tienen en común los ganadores del certamen: apenas nadie había oído hablar antes de ellos. Y sin embargo, cuando les entregan su premio, las moscas están ahí con sus flashecitos, sus micrófonos, y sus libretas tomando notas. Los telediarios dicen algo así como que "el festival de cine de San Sebastián entregó el premio a la directora iraní Hana Makhmalbaf por su cinta Buda explotó por vergüenza".
No deja de resultar paradójico que, para poder promocionar al Cine con mayúsculas, haya que servirse del hedor atrayente del cine de folletín. Este mundo es un contrasentido. Una vez más habrá que ver las cintas premiadas por estos festivales. Siempre podremos encontrar entre ellas alguna joya que nos deje un grato recuerdo imborrable en nuestra memoria. Ese regalo no tiene valor. Es toda una suerte poder ver el mundo desde la mirada sensible de cientos de artistas de todas partes. Y qué pena da quedarse ciego. Deben de ser los flashes de las luces de feria...
Sin embargo, llega el día de la entrega de premios y vemos que ha ganado una peli iraní, china, o finlandesa... O incluso alguna que otra norteamericana, pero eso sí, dirigida por un director apenas conocido, y protagonizada por algún que otro actor del que apenas nos suena su cara. Eso es lo que tienen en común los ganadores del certamen: apenas nadie había oído hablar antes de ellos. Y sin embargo, cuando les entregan su premio, las moscas están ahí con sus flashecitos, sus micrófonos, y sus libretas tomando notas. Los telediarios dicen algo así como que "el festival de cine de San Sebastián entregó el premio a la directora iraní Hana Makhmalbaf por su cinta Buda explotó por vergüenza".
No deja de resultar paradójico que, para poder promocionar al Cine con mayúsculas, haya que servirse del hedor atrayente del cine de folletín. Este mundo es un contrasentido. Una vez más habrá que ver las cintas premiadas por estos festivales. Siempre podremos encontrar entre ellas alguna joya que nos deje un grato recuerdo imborrable en nuestra memoria. Ese regalo no tiene valor. Es toda una suerte poder ver el mundo desde la mirada sensible de cientos de artistas de todas partes. Y qué pena da quedarse ciego. Deben de ser los flashes de las luces de feria...
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