Perros de presa (o el fascismo que viene)
En la noche fría de invierno dos perros de presa se enzarzan a grandes bocados. Los dos se orinaron por cada esquina del parque, marcando su territorio. Lo que no saben es que nada les pertenece, que nada tienen. Todo es del amo que desde hacía tiempo esperaba con gusto, paciente, la batalla fraticida. El amo se sienta a la mesa, presto a devorar los frutos de la batalla, y se ata una servilleta al cuello para no manchar su excelente traje de hilo. Apenas con la primera dentellada Jhonan vence a su oponente. El cuerpo de Juan permanece inerte junto a un charco de sangre tibia que se enfría con la noche...
Los abuelos de Juan vinieron a la capital hace ya muchos años. Trabajaron duro para salir de la chabola. El amo iba engordando mientras tanto. Consiguieron una casa fría, que al menos era de ellos. Ahora los padres de Juan viven en las afueras, en una ciudad dormitorio, en una casa que creen suya, pero que no les pertenece. Vuelve a ser propiedad del banco, de los promotores inmobilarios, propiedad del amo. El padre de Juan trabaja de sol a sol; su madre también. La mayor parte del tiempo la casa hipotecada está vacía, qué absurdo. Y Juan en el parque, educándose a sí mismo a sus 16 añitos. Mejor se está en el parque que en el instituto: partidos de fútbol interminables, unas litronas, pibitas wapas, wapas... y unos petas. Su vieja fregando escaleras, y cada día se la folla el amo. Mientras tanto Juan, que es el mejor, se bebe el mundo...
Los padres de Jhonan llegaron al suburbio hace apenas unos años. Dejaron a su Jhonan allende los mares, con la esperanza de traerlo más adelante. Con una mano delante y otra detrás, vinieron para comerse el mundo. Ahora sirven a trabajos forzados en el andamio o paran limpiandole el culo a los viejitos locales. Comparten un piso, también propiedad del amo, con unos compatriotas alcohilizados que se hacen insufribles. Consiguieron juntar un poco de plata y traer a su Jhonan. Jhonan se aburre en el instituto, no entiende nada... Prefiere mejor el parque, los partidos de básket, unos litros, y sus amigos latinos. Su madre limpiando culos, pero él se siente un príncipe con sus zapatillas de marca compradas al amo, y ese celular que robó a un pringao que se atrevió a mirarle.
Como todas las tardes, Juan queda con los colegas en el parque, para jugar un partidito de fútbol. Cuando llegan, Jhonan y los suyos juegan al básket en la misma cancha. Los dos príncipes de la mierda se miran desafiantes. Ninguno cede; este es su territorio, y alguien sobra. Los dos perros de presa se tiran las dentelladas. El amo se frota la manos: empieza la fiesta.
Arde Manchester, arde París. Ahora es el turno de Alcorcón. Y lo que venga... El amo tiene la mesa y el mantel preparados: los desheredados, una vez más le servirán la comida en bandeja; qué ignorantes. Cuando venga la crisis y el paro, nadie hablará de hipotecas, de niños llave, de recortes sociales, de justicia social, de repartición de la renta, de trabajo digno... Sólo hablarán de inmigrantes, de negros, de latinos, de latin king, ñetas, mafias, delincuencia, de que España es para los españoles. Qué estúpidos borregos, tan ignorantes como siempre, serviles perros de presa... Volverán a arder los suburbios de París. Y para el puto amo, será el tiempo de la cosecha. Es el fascismo que viene...
Los abuelos de Juan vinieron a la capital hace ya muchos años. Trabajaron duro para salir de la chabola. El amo iba engordando mientras tanto. Consiguieron una casa fría, que al menos era de ellos. Ahora los padres de Juan viven en las afueras, en una ciudad dormitorio, en una casa que creen suya, pero que no les pertenece. Vuelve a ser propiedad del banco, de los promotores inmobilarios, propiedad del amo. El padre de Juan trabaja de sol a sol; su madre también. La mayor parte del tiempo la casa hipotecada está vacía, qué absurdo. Y Juan en el parque, educándose a sí mismo a sus 16 añitos. Mejor se está en el parque que en el instituto: partidos de fútbol interminables, unas litronas, pibitas wapas, wapas... y unos petas. Su vieja fregando escaleras, y cada día se la folla el amo. Mientras tanto Juan, que es el mejor, se bebe el mundo...
Los padres de Jhonan llegaron al suburbio hace apenas unos años. Dejaron a su Jhonan allende los mares, con la esperanza de traerlo más adelante. Con una mano delante y otra detrás, vinieron para comerse el mundo. Ahora sirven a trabajos forzados en el andamio o paran limpiandole el culo a los viejitos locales. Comparten un piso, también propiedad del amo, con unos compatriotas alcohilizados que se hacen insufribles. Consiguieron juntar un poco de plata y traer a su Jhonan. Jhonan se aburre en el instituto, no entiende nada... Prefiere mejor el parque, los partidos de básket, unos litros, y sus amigos latinos. Su madre limpiando culos, pero él se siente un príncipe con sus zapatillas de marca compradas al amo, y ese celular que robó a un pringao que se atrevió a mirarle.
Como todas las tardes, Juan queda con los colegas en el parque, para jugar un partidito de fútbol. Cuando llegan, Jhonan y los suyos juegan al básket en la misma cancha. Los dos príncipes de la mierda se miran desafiantes. Ninguno cede; este es su territorio, y alguien sobra. Los dos perros de presa se tiran las dentelladas. El amo se frota la manos: empieza la fiesta.
Arde Manchester, arde París. Ahora es el turno de Alcorcón. Y lo que venga... El amo tiene la mesa y el mantel preparados: los desheredados, una vez más le servirán la comida en bandeja; qué ignorantes. Cuando venga la crisis y el paro, nadie hablará de hipotecas, de niños llave, de recortes sociales, de justicia social, de repartición de la renta, de trabajo digno... Sólo hablarán de inmigrantes, de negros, de latinos, de latin king, ñetas, mafias, delincuencia, de que España es para los españoles. Qué estúpidos borregos, tan ignorantes como siempre, serviles perros de presa... Volverán a arder los suburbios de París. Y para el puto amo, será el tiempo de la cosecha. Es el fascismo que viene...
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