La alimaña sentimental
Portada del libro La alimaña sentimental I La alimaña sentimental pretende el mejor bocado; tendrá que espabilar, si no quiere quedarse sin él. Pisa un pie por aquí, se roza sin rubor por allá, cuando se adentra entre el apretado boscaje de traseros... Casi tumba a una niña que se cruza en su camino, y no le cabe más remedio que pedirle disculpas a su mamá. Entre la abigarrada clientela, insiste en abrirse paso hacia la barra del bar, cuando un leve maullido llama su atención. Desde la puerta de entrada, un pequeño minino reclama siquiera una migaja, sin atreverse a entrar en el local. Nadie parece atender a su lamento, y eso que llueve ahí fuera y tiembla de frío; mojado como está, parece un peluche desarrapado. La alimaña sentimental duda si retroceder sobre sus pasos, para acudir en su rescate. Ese momento de distracción le será fatal. Cuando voltea de nuevo la mirada hacia la barra, el plato de croquetas ha volado. Sobre las cabezas sobrevuela un batiburrillo de conversaciones triv